DELICADEZA
Como Pawlova delicada
he bailado entre mis letras,
el amor nocturno de los siglos;
Sílfide que muere de poesía
en el estanque impertubable del silencio.
Do, re, mi, fa, sol,
y la verbena de la sangre...
Yo me alcé de puntillas a tu alma
creyendo que Tchaikovsky me sostenía,
y me dí de bruces contra el sueño de la realidad.
La, si, do...
Tu indiferencia y los anhelos de seda...
Yo creía que tu corazón
era una oda wagneriana
que buscaba mi cauce para subrayar el crepúsculo,
pero me confundí de suspiro y de pasos.
Tres por cuatro;
Mi sangre,
y el aguanieve de tu ser...
Yo subí a tus ojos
para poetizar los claros de luna,
pero caí en un misterio
tan insondable como frío...
Yo te dancé la pantomima de Giselle,
el San Petersburgo encantado,
los vaivénes majestuosos del Volga...
No calculé la distancia
entre tu invierno y mi fantasía,
y se enredó mi tul de nubes
en las púas afiladas de tu desdén.
Yo perfumé los encajes mustios de Degas
con pétalos de tu hermosura,
pero me marchité de ausencia
en el lienzo de las cosas...
Yo me morí en la cancela de tu noche,
con una lágrima de Mozart en los labios,
y reviví cual Pavlova delicada
sobre los restos de mi arte.
Yolanda García Vázquez
D@R 🇪🇦
