AZAHARES ENVENENADOS
¿A qué huelen las noches del ruiseñor imperial
cuando baja a derramar arpegios a tu estrofa?
¿Huelen tal vez a esas claras lunas que tienen de la nieve
la pureza romántica,
o a esos vientos que arrastran la sangre de las flores..?
En tu divinidad encumbras el polvo de lluvia a la cúspide de los Cielos,
y la lengua de las Musas a los paladares más benditos,
pero tienes el ardor poético de un Verlaine
y la melancolía profunda de Franz Lizst...
Majestuoso como eres,
no escatimas la preciosidad más deslumbrante a ninguna de tus letras,
y me colmas de perfumes las enaguas del sueño...
¿En cuál paraíso, dime, te espera tu Beatríz
para hacer terciopelo con el clavel de tus manos de poeta.?
¡Oh! como me estremezco al contemplar las columnas de tu espíritu,
esas que se alzan firmemente magníficas
contra el azulejo ensangrentado de mi aurora...
Leerte es mi muerte y mi resurrección...
De entre las infernales ausencias de tu castigo,
mira como regreso al verde ramal de tu naranjo para beberme tu desprecio.
Son azahares envenenados
los que perfilan mi boca para matarme de amor.
¿Qué fruto se descuelga del vergel de tus ojos
que justifica este masoquismo..?
Aguanis de tus pestañas que derrama la poesía pecadora
en perlas de delicioso almíbar...
Y es que tengo la virtud profana
del sacrosanto ángel de las libélulas;
Aquellas que aletean mi desgracia
al gran lago de los crepúsculos...
Oh, ¿a qué sabrán tus labios
cuando el anochecer desnude de tu musa los siete velos de la pasión?
Yolanda García Vázquez
D@R 🇪🇦
