sábado, 7 de julio de 2018

LA CAVERNA DE MI TRISTEZA


 



LA CAVERNA DE MI TRISTEZA

El dolor me versificó tan crepuscularmente
que el sonido se hizo tempestad;
Y temblé como tiemblan las hojas de la piel
cuando no hay una mano que las escriba...
Abrí los ojos sólo para comprobar
que la realidad era un soneto,
tan perturbador que la muerte se hizo deseable.
Y me volqué cual onomatopeya de luna
en los lagos sin mañana...
No hubo un beso de la eternidad
en las cavernas de mi tristeza...
Toda la poesía de la sangre
se cuajó en un silencio de espanto,
y los otoños del ser auyentaron el rocío de los labios.
Sentí cada letra morir en el paladar de los tiempos,
y me hice noche para glorificar los sudarios de la palabra.

¡Oh, que ultraje al amor!
¡Que espeluznante conjura de lenguas!

Y pensar que la soga que hoy aprieta
no fue más ayer un perfumado tul de alejandrino anhelo...
¿En qué suspiro infernal
he consumado la preciosa pasión de adorar lo que no existe?
Tengo el esqueleto tan descoyuntado
que hasta el polvo me hiere en trazos de olvido...
El dedo acusador no me da tregua,
ensangrentado el rosal del espíritu,
exhala vahos de ensueño.

Yolanda García Vázquez
D@R 🇪🇦

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