NO HABRÁ FLORES
Los visillos se tiñen de espanto;
El dolor es un boulevard
de promesas muertas...
Caen las hojas del amor
como lágrimas del viento,
al porche de mi desventura.
No me queda más que la noche
bajo la telaraña que acecha...
Es otra vuelta de tuerca
en el sangriento madero.
Busco sin éxito un trozo de piedad
que llevarme al costado,
pero no veo más que muros de olvido.
Está la luna putrefacta,
roto el cántaro que albergó la amanecida.
¿Cómo voy a respirar con tanto peso?
Debo de estar soñando, ¡oh Señor!
No puede ser real este peregrinaje
de un infierno a otro.
Han pisoteado mis rosales de luz
con sus pies cubiertos de barro...
Un crujir de puños
y ha estallado en añicos la esperanza.
Estoy sola al borde del abismo;
Me aferro a mí misma
como acto de supervivencia,
pero el mal es mucho más poderoso,
y me vapulea en furibundo embiste.
Una procesión de repugnantes insectos
asciende sobre mí en un halo nauseabundo.
Es el gozo de Satán
que siempre me gana la partida.
Magullada la carne,
lacerado el esqueleto en brutal duelo,
sueño con el paraíso de tus letras
entre las ruinas del alma.
¡Oh! como pesa esta cruz
en mi camino al abismo...
Moriré en los aledaños del verso;
Moriré de ver lo duros que son los hombres;
Si hoy llora la poesía de mis ojos
que enmudezca la lengua del silencio.
No habrá flores sobre mi tumba.
Yolanda García Vázquez
D@R 🇪🇸
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